16 de diciembre de 2011

Las palabras adquieren sentido...

Son mágicos los instantes en que un niño se entera de que puede leer las palabras impresas. Durante un tiempo, Francie sólo sabía pronunciar las letras una a una, para luego juntar los sonidos y formar una palabra. Pero un día, mientras hojeaba un libro, la palabra "ratón" le apareció entera y de inmediato adquirió sentido. Miró la palabra y la imagen de un ratón gris se estampó en su cabeza. Siguió leyendo y cuando entrevió la palabra "caballo", oyó los golpes de sus cascos en el suelo y vio el sol resplandecer en sus crines. La palabra "corriendo" la golpeó de repente, y ella empezó a jadear, como si de verdad hubiese estado corriendo. La barrera entre el sonido de cada letra y el sentido de una palabra entera se había caído. Ahora, con un simple vistazo, la palabra impresa le revelaba su sentido. Leyó rápidamente unas páginas y estuvo a punto de desmayarse por la emoción. Quería gritarlo al mundo entero: ¡sabía leer! ¡Sabía leer!

Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith

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